20/5/11

sobre las traducciones

hago un trabajo sobre traducción, leo cosas, libros escritos a máquina. Mientras leo, cardo vellón de oveja para convertirlo en fieltro. El procedimiento se basa en tomar el vellón, tomar una aguja específica (viene con rusticidades en su delgada superficie, para ir enredando los hilos) e ir pinchando el vellón sobre une esponja o base blanda y porosa hasta que se vaya formando una urdiembre, las partes integrándose, mezclándose y así formar parte de un tejido. Leo estos libros sobre la imposibilidad de la traducción y pincho, pincho, es una acción inerte, una forma que se va realizándose en mis manos y otra complejizándose también en mi cabeza. La cuestión es que cuando uno carda sobre la esponja, los hilos sobrepasan la materia a la que deben integrarse y se funden entre los poros de la misma. Por tanto el que carda, cuando quiere despegar su objeto cardado de la esponja hay hilos que ya están unido a ella, por el certero motivo que uno cardó, enredó, sobre la superficie de esa esponja.
Cuando me pierdo en el texto me concentro en que debo entender que estoy haciendo lo mismo que no comprendo. Una materia prima, una integración, aunque teñida, de hilos desencontrados. El autor toma la aguja y los va enredando, mezclando, integrando en una forma pero sobre una superficie o sociedad; el texto, la composición en lana está apoyado en ella y sobre un sector de su físico, por tanto partes de su cuerpo que no veo son parte ya de la esponja y parte de la esponja es vellón penetrado. Es una unión que aunque podría separarse, quedaría con hilos que no forman parte de ningún tejido: ni de la esponja ni del vellón que va tornándose fieltro.
Ahora, si yo quisiera independizar ese semifieltro de la esponja, no puedo sacarlo, ldebo arrancarlo, hacerlo huérfano. Y si tuviera intenciones de volver a apoyarlo en otra esponja (o en la misma pero quitándolo de ahí y volviéndolo a poner, porque mi objeto debe ser independiente de la esponja) debería tomar otros pedazos de vellón para reintegrar la urdimbre despeinada, dañada, arrancada. Con esos hilos nuevos volvería a formar mi nuevo objeto, apoyándolos en otros lugares, remendando, adaptándolo a la fisonomía de la nueva esponja, pero por sobre todas las cosas entendiendo, que la única posibilidad de pasar el tejido a otra esponja es reconstruyéndolo nuevamente, mirarlo y darme cuenta, que es un tejido diferente.

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