Cuando me pierdo en el texto me concentro en que debo entender que estoy haciendo lo mismo que no comprendo. Una materia prima, una integración, aunque teñida, de hilos desencontrados. El autor toma la aguja y los va enredando, mezclando, integrando en una forma pero sobre una superficie o sociedad; el texto, la composición en lana está apoyado en ella y sobre un sector de su físico, por tanto partes de su cuerpo que no veo son parte ya de la esponja y parte de la esponja es vellón penetrado. Es una unión que aunque podría separarse, quedaría con hilos que no forman parte de ningún tejido: ni de la esponja ni del vellón que va tornándose fieltro.
Ahora, si yo quisiera independizar ese semifieltro de la esponja, no puedo sacarlo, ldebo arrancarlo, hacerlo huérfano. Y si tuviera intenciones de volver a apoyarlo en otra esponja (o en la misma pero quitándolo de ahí y volviéndolo a poner, porque mi objeto debe ser independiente de la esponja) debería tomar otros pedazos de vellón para reintegrar la urdimbre despeinada, dañada, arrancada. Con esos hilos nuevos volvería a formar mi nuevo objeto, apoyándolos en otros lugares, remendando, adaptándolo a la fisonomía de la nueva esponja, pero por sobre todas las cosas entendiendo, que la única posibilidad de pasar el tejido a otra esponja es reconstruyéndolo nuevamente, mirarlo y darme cuenta, que es un tejido diferente.
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