pan · queso · pan
11/4/20
recetario gentilicio
El año pasado, con los chicos de 1ro C de la EESN2 hicimos este recetario gentilicio que es una maravilla.
Del mito al logos
O porque siempre quedaba
en el fondo de la alacena
entre unas 8 de mejor morfología,
o porque todos solemos usar las mismas 5
de la casa materna
que se van rompiendo o rasgando
con esas líneas arácnidas de la senectud de una vajilla,
o porque somos cada vez menos
en la familia
y hay algunas que nadie usa nunca,
o porque tiene como un borde
que alguien dijo que si metés al microondas explota;
La uso con confianza gallarda
después de 25 años, quizás 27
y tomo sorbo a sorbo
un café con leche espumoso
de la taza
que un alumno favorito le regaló a mi madre y dice
Este jarro se autodestruirá
si no es usado
exclusivamente
por una MAESTRA
que es una genia.
en el fondo de la alacena
entre unas 8 de mejor morfología,
o porque todos solemos usar las mismas 5
de la casa materna
que se van rompiendo o rasgando
con esas líneas arácnidas de la senectud de una vajilla,
o porque somos cada vez menos
en la familia
y hay algunas que nadie usa nunca,
o porque tiene como un borde
que alguien dijo que si metés al microondas explota;
La uso con confianza gallarda
después de 25 años, quizás 27
y tomo sorbo a sorbo
un café con leche espumoso
de la taza
que un alumno favorito le regaló a mi madre y dice
Este jarro se autodestruirá
si no es usado
exclusivamente
por una MAESTRA
que es una genia.
*
Va a quedar para siempre la gotera
de la cocina
mientras estudio, mientras pienso
en si mañana o pasado florece la dalia
que me pasó mi abuela
en forma de papa para que sembrara dedicada
cada primavera
y quitara por las heladas de la tierra
al invierno siguiente.
En un principio llamé al plomero.
Le dije de la canilla vieja,
de la casa vieja.
De esta casa a la que van a tirar
en cuanto puedan hacer un edificio pomposo
con fachada pedante.
Pero por mientras vivo acá.
Mi padre murió en el verano
y esa gota que cae con precisión
viene a hacerme saber
que todas las cosas tienen un tiempo
como un metrónomo amateur
para mis pesares.
de la cocina
mientras estudio, mientras pienso
en si mañana o pasado florece la dalia
que me pasó mi abuela
en forma de papa para que sembrara dedicada
cada primavera
y quitara por las heladas de la tierra
al invierno siguiente.
En un principio llamé al plomero.
Le dije de la canilla vieja,
de la casa vieja.
De esta casa a la que van a tirar
en cuanto puedan hacer un edificio pomposo
con fachada pedante.
Pero por mientras vivo acá.
Mi padre murió en el verano
y esa gota que cae con precisión
viene a hacerme saber
que todas las cosas tienen un tiempo
como un metrónomo amateur
para mis pesares.
16/2/19
Hace perfectamente un mes atrás fue la noche más triste de todas. Mamá y yo sabíamos que papá se estaba muriendo pero que él no lo sabía. Temíamos que se despierte y teníamos que disimular. Nada de lágrima ni conversación del tema. Tratamos de hablar de otras cosas y mamá me dijo que si papá se despertaba teníamos que inventar algo de por qué yo estaba ahí porque iba a sospechar. Pensé en decir que me había ido a lo del Tino, que queda cerca, y que me había dado pereza seguir en bici hasta mi casa. Pero papá no se iba a despertar más. Yo pienso que los del hospital saben cuando alguien se está muriendo y son más buenos con la familia, porque las enfermeras entraron a la madrugada y nos vieron a las dos de acompañantes y no me echaron.
Supongo que las dos nos hicimos las dormidas pero ninguna durmió. Yo le pedí a mi mamá si podía dejar el televisor prendido, pero de miedo. No debe ser mentira que la gente que siente muy sola tiene el televisor como compañía. Igual no logré concentrarme en ningún programa. Papá durmió como nos gusta dormir a nosotros dos: a pata suelta.
Nos habían dicho que la gente que muere así empieza a respirar distinto, como agitado. Papá se murió con una cara de placer siestero terrible. Al principio me asusté. Yo estaba sentada en la cama y le agarraba la mano. La mano fría. No hay que hacerse armados raros sobre la muerte, ni siquiera de un ser querido. Sentí cuando la respiración se fue y todo, pero no era. La enfermera más simpática me dijo que había entrado en período de apnea. Pero eso fue rápido. La volví a llamar y le dije que listo, que me parecía que listo. Ahí mamá se animó a llorar, porque yo venía llorando de toda la noche pero mamá tenía la ilusión de que papá se despierte.
Es raro cuando se entiende el vacío. Hace ya un mes y yo lo siento de a ratitos, pero por momentos muy largos me olvido. Cuando me despierto, por ejemplo, hay unos minutos que no me doy cuenta que papá murió.
Después de que viene el médico de guardia y nos da la noticia que nosotras ya sabíamos hace minutos, con mamá nos dividimos las personas a quién llamar: ella mi hermana del medio, yo a mi hermana menor que está viniendo de Costa Rica y va a llegar tarde, y a mi abuela. Me da mucho cómo lo va a sobrellevar mi abuela. Le digo con la mejor voz de no llanto que me sale que mamá la necesita como un roble. Ella tiene 95 años y todos le dicen que está así: "como un roble". Lo entiende y me dice que nos espera en el pueblo.
Hasta el cansancio papá nos había dicho que cuando él muriera quería dos cosas para su velatorio: que repartamos masitas de confitería de "Los vascos" y que suene un disco de Serrat que a él le encantaba. Miraba el dvd del concierto sentado en la computadora sin hacer otra cosa. Lo empezó a decir cuando yo era adolescente. Yo le pedía que por favor cuando él muriera no nos haga pasar vergüenza pero él insistía con los rituales.
Un amigo de él me llamó y me preguntó que quién iba a manejar hasta el pueblo, si mi vieja o yo. Le dije que yo y me dijo que estaba saliendo para Bahía, que él nos manejaba el auto. Con mi papá en todos los trámites del certificado de defunción vinieron estos amigos de la familia. Unos le manejaron el auto a mi mamá. Otro me llevó a mí pero antes esperó en la puerta de "Los vascos" a que abriera para poder comprar las masitas. Su compañera nos iba a esperar en el pueblo con la música que mi papá había pedido siempre.
Al velorio vinieron amigos nuestros y suyos. No me siento boluda al sentirlo, un poco, como celebración de su vida. Yo creo que a mi papá le hubiera encantado su velorio. A algunos no les gustaban las masitas pero yo vi que las pasaban en honor a mi papá. Sus amigos de la adolescencia también vinieron y Perla le puso arriba del cajón una bandera roja y blanca del club para el que trabajó toda su vida.
Escribo como el orto y para no olvidarme todas estas cosas. Al fin y al cabo nadie lee todavía los blogs y esto es como una especie de seguro de mi memoria.
De lo que no me quiero olvidar es que yo me quedé con el celular de mi papá en la mochila y lo atendí ese día porque pensé que querían darnos el pésame. Que el tipo me dijo que perdón, que pensó que era el teléfono de Horacio y que no lo veía desde la colimba pero que hoy lo había pensado y había rastreado su celular. Que le conté al tipo que mi papá recién había muerto y que él, que se llamaba Arturo Tabella o Sabella o Tabera me dijo que se sentía un pelotudo y que yo le dije que el llamado a mí me había resultado mágico. Ese tipo no veía a mi padre desde los 20 años y le hice una biografía muy rápida. Que había vivido una vida re linda, que tenía tres hijas y que yo era la mayor.
Después, no hay muchas cosas más que me quiera acordar de la muerte de mi papá. Por ahí, de cómo paseábamos por el pasillo del hospital y veíamos gente muy flaquita y él me decía que si me daba cuenta que era el único canceroso obeso, que ni así bajaba dos gramos. También de lo pastoso de un arroz primavera que le tocaba comer en el hospital a lo que él subtitulaba que prefería masticar caca.
Cuando tiramos las cenizas en ese pedacito del predio de la cancha de fútbol que él había cuidado, todos quisieron agarrar un puñado. Tiramos en tres lugares de acuerdo a su voluntad: primero en la cancha. Después, en unos fogones por los que mi mamá había rezongado: papá se había llevado parte del piso que hubiera sido del garage de casa para hacer las mesaditas a los costados. El último espacio fue el predio con ese pastito cortado tan al ras. A mí me gustó porque toda la gente que queremos agarró un puñado y eligió su propia parte del terreno. No sé si todos lo vieron como una baile pero eran como 15 personas con la mano extendida eligiendo su propia coreografía, y dejando caer tan de a poco unas cenizas muy negras, que volaban suaves sobre la gramilla.
Supongo que las dos nos hicimos las dormidas pero ninguna durmió. Yo le pedí a mi mamá si podía dejar el televisor prendido, pero de miedo. No debe ser mentira que la gente que siente muy sola tiene el televisor como compañía. Igual no logré concentrarme en ningún programa. Papá durmió como nos gusta dormir a nosotros dos: a pata suelta.
Nos habían dicho que la gente que muere así empieza a respirar distinto, como agitado. Papá se murió con una cara de placer siestero terrible. Al principio me asusté. Yo estaba sentada en la cama y le agarraba la mano. La mano fría. No hay que hacerse armados raros sobre la muerte, ni siquiera de un ser querido. Sentí cuando la respiración se fue y todo, pero no era. La enfermera más simpática me dijo que había entrado en período de apnea. Pero eso fue rápido. La volví a llamar y le dije que listo, que me parecía que listo. Ahí mamá se animó a llorar, porque yo venía llorando de toda la noche pero mamá tenía la ilusión de que papá se despierte.
Es raro cuando se entiende el vacío. Hace ya un mes y yo lo siento de a ratitos, pero por momentos muy largos me olvido. Cuando me despierto, por ejemplo, hay unos minutos que no me doy cuenta que papá murió.
Después de que viene el médico de guardia y nos da la noticia que nosotras ya sabíamos hace minutos, con mamá nos dividimos las personas a quién llamar: ella mi hermana del medio, yo a mi hermana menor que está viniendo de Costa Rica y va a llegar tarde, y a mi abuela. Me da mucho cómo lo va a sobrellevar mi abuela. Le digo con la mejor voz de no llanto que me sale que mamá la necesita como un roble. Ella tiene 95 años y todos le dicen que está así: "como un roble". Lo entiende y me dice que nos espera en el pueblo.
Hasta el cansancio papá nos había dicho que cuando él muriera quería dos cosas para su velatorio: que repartamos masitas de confitería de "Los vascos" y que suene un disco de Serrat que a él le encantaba. Miraba el dvd del concierto sentado en la computadora sin hacer otra cosa. Lo empezó a decir cuando yo era adolescente. Yo le pedía que por favor cuando él muriera no nos haga pasar vergüenza pero él insistía con los rituales.
Un amigo de él me llamó y me preguntó que quién iba a manejar hasta el pueblo, si mi vieja o yo. Le dije que yo y me dijo que estaba saliendo para Bahía, que él nos manejaba el auto. Con mi papá en todos los trámites del certificado de defunción vinieron estos amigos de la familia. Unos le manejaron el auto a mi mamá. Otro me llevó a mí pero antes esperó en la puerta de "Los vascos" a que abriera para poder comprar las masitas. Su compañera nos iba a esperar en el pueblo con la música que mi papá había pedido siempre.
Al velorio vinieron amigos nuestros y suyos. No me siento boluda al sentirlo, un poco, como celebración de su vida. Yo creo que a mi papá le hubiera encantado su velorio. A algunos no les gustaban las masitas pero yo vi que las pasaban en honor a mi papá. Sus amigos de la adolescencia también vinieron y Perla le puso arriba del cajón una bandera roja y blanca del club para el que trabajó toda su vida.
Escribo como el orto y para no olvidarme todas estas cosas. Al fin y al cabo nadie lee todavía los blogs y esto es como una especie de seguro de mi memoria.
De lo que no me quiero olvidar es que yo me quedé con el celular de mi papá en la mochila y lo atendí ese día porque pensé que querían darnos el pésame. Que el tipo me dijo que perdón, que pensó que era el teléfono de Horacio y que no lo veía desde la colimba pero que hoy lo había pensado y había rastreado su celular. Que le conté al tipo que mi papá recién había muerto y que él, que se llamaba Arturo Tabella o Sabella o Tabera me dijo que se sentía un pelotudo y que yo le dije que el llamado a mí me había resultado mágico. Ese tipo no veía a mi padre desde los 20 años y le hice una biografía muy rápida. Que había vivido una vida re linda, que tenía tres hijas y que yo era la mayor.
Después, no hay muchas cosas más que me quiera acordar de la muerte de mi papá. Por ahí, de cómo paseábamos por el pasillo del hospital y veíamos gente muy flaquita y él me decía que si me daba cuenta que era el único canceroso obeso, que ni así bajaba dos gramos. También de lo pastoso de un arroz primavera que le tocaba comer en el hospital a lo que él subtitulaba que prefería masticar caca.
Cuando tiramos las cenizas en ese pedacito del predio de la cancha de fútbol que él había cuidado, todos quisieron agarrar un puñado. Tiramos en tres lugares de acuerdo a su voluntad: primero en la cancha. Después, en unos fogones por los que mi mamá había rezongado: papá se había llevado parte del piso que hubiera sido del garage de casa para hacer las mesaditas a los costados. El último espacio fue el predio con ese pastito cortado tan al ras. A mí me gustó porque toda la gente que queremos agarró un puñado y eligió su propia parte del terreno. No sé si todos lo vieron como una baile pero eran como 15 personas con la mano extendida eligiendo su propia coreografía, y dejando caer tan de a poco unas cenizas muy negras, que volaban suaves sobre la gramilla.
10/11/17
la invasión
Los habitantes de
General Dino Otaviondo se la vieron venir, porque los síntomas sociales eran,
digamos, algo tan esperable como la lluvia luego de la calma chicha.
La
cuestión empezó de forma paulatina. Primero hubo ciertas bandadas de loros que
poblaron más que nada los galpones del ferrocarril. Los eucaliptus añejos daban
al atardecer, una bellísima imagen a contraluz de ir poblándose de aves que
volaban por momentos en óvalos imprecisos en la cercanía al follaje. De a poco
se montaban en las ramas. Los árboles parecían más corpóreos y además contenían
la elocuente vociferación de los barranqueros.
Para
ese entonces Maricha vivía muy cerca de los galpones. Su zaguán daba contra el
andén, con la calle de por medio. No era la calle principal pero sí una de las
primeras en asfaltarse, y además, donde se hacían los actos de aniversario, por
lo que para los otaviondenses era de real singularidad. De tanto contemplar la
bandada, Maricha recordó aquella vieja tradición de su madre y su abuela de
tejer a dos agujas unas cotorras preciosas que usaban como agarra pava. Buscó
en una caja y encontró el molde que usaba su madre, así es como retomó el rito
familiar. Tejió una y salió bastante bien. Le puso dos botoncitos negros como
ojos y se la regaló a la hija de Marcial, la del al lado. La novia ocasional
del turco Estaye también quiso y la devenida en tejedora le confeccionó una,
aunque le caía mejor la novia anterior. Así, varias vecinas. Por lo que muchas
cotorras bastante parecidas entre sí empezaron a colgar de la llave de gas de
la cocina de varias y varios otaviondenses a quién Maricha regaló sin cobrar ni
siquiera la lana, inspirada por la bandada del ferrocarril.
Casi
tres meses después la situación no era tan agradable en el pueblo. Casi todas
las tardes se empezó a cortar la luz. No se sabe muy bien si por el peso de los
miles de loros que invadían el pueblo o porque picoteaban de lo lindo. Cada día
tipo seis de la tarde las aves mitigaban el cableado público y casi hasta la
madrugada la gente quedaba a oscuras.
Por
esa época habrá sido que Maricha pensó que no tejía más loros porque le
parecían unos hijos de puta. Ella no dijo así porque solo en ocasiones especiales
decía malas palabras, pero habrá dicho “loros bandidos” o una palabra por el
estilo.
En
la iglesia se empezó a organizar un grupo de vecinos más o menos
representativos de las instituciones. El diácono, la directora de la escuela
especial, la del Jardín y la Vice de la secundaria. También estaban un ex
concejal muy carismático, el secretario de la Asociación de Productores de Centeno
(APC), la dueña de la radio, dos veteranos de Malvinas y un tipo que venía
insistiendo hace años con que él era el ombudsman. Nadie se lo bancaba en
Otaviondo pero lo invitaron un poco para pedirle que ya que era el defensor del
pueblo, ponga las barbas en remojo ante la catástrofe que estaba sucediéndose.
El concejo comenzó a reunirse martes y sábado a las cuatro de la tarde. Las
reuniones culminaban tipo seis, porque a esa hora, con el ruido de los loros, era
imposible escucharse entre sí (como en cada casa) y por eso había que ir a
prender las velas.
Los
peligros latentes eran la psitacosis y la psicosis. Cada integrante del grupo
proponía soluciones que habían buscado. El abanico investigativo iba desde recetas
de profesionales del rubro a preguntas yahoo, desde posibles concreciones hasta
ideas delirantes. Bombas, guiarlos hacia unos tanques envenenados en los campos
cercanos a Monte Paquete, infrasonido, unos barriletes de loro barranquero
alfa; en fin, faltaba plata e ingeniería al servicio.
Como
a la tercera reunión se sumaron además los de Otaviomascota, que son de la rama
mascotera más dura: la que ama a los animales y odia a los humanos. Ellos estaban
a favor de cualquier engatusamiento a la bandada pero en contra de cualquier
vía que matase aunque sea a un solo loro. La vocal del grupo, Laurita Zambrana,
hasta el momento una vecina bastante apreciada, llegó a decir que si alguien
ponía una bomba para pájaros ella iba a poner una en la iglesia el martes a las
cinco.
El
sábado veinticuatro iba a venir el intendente a festejar la donación municipal
de máquinas a algunos vecinos comerciantes: dos cocinas industriales para
rotisería “La española”, una heladera mostrador para la carnicería de Ángel
Manrique, una máquina registradora para el marido de la consejera escolar, que
tenía quiosco. Algunos lo vieron como la oportunidad para pedirle una solución
al tema acuciante, pero sus defensores estaban más tímidos. ¿Y el hombre qué puede hacer? El municipio y
la provincia están fundidos, mejor que venga de mañana, decían.
Sergio
Raúl Bentimaccia venía por el segundo mandato a pesar de su juventud. Hijo de
políticos reconocidos en la zona, representaba la renovación del partido y,
además, iba por la re-reelección. Ojos bonachones, hijos en escuela pública,
mujer docente en la escuela especial de la capital el partido y un bebé en
camino. Había ganado las PASO sobradamente. Solía continuar su metodología de
campaña de salir por la calle de los pueblos a charlar con los vecinos y ante
cualquier queja les ponía la mano izquierda en el hombro mientras que con la
derecha se tocaba el corazón. Con la cabeza hacía un meneo, como un vaivén
medio de congoja que a la gente seducía por su humanidad. Les decía hermano, te prometo. Con eso hasta sus
mayores detractores quedaban conmovidos. Qué
sensible es, yo le creo, decían.
Bentimaccia
venía a Otaviondo en una semana. Las opiniones estaban divididas pero por
mayoría se llegó al acuerdo de contentar al intendente con una recepción
matinal, un almuerzo a todo trapo y luego, por la tarde, ir infiriendo en el
grave problema que los aquejaba. Hay que decirle “grave problema” porque para
ese entonces gran parte del día era imposible de vivir, ni siquiera durmiendo
se pasaba.
Los
otaviomascota ya no estaban tan preocupados por los loros porque los perros
sufrían como locos. Es que el ruido era de la intensidad de cientos de fuegos
de artificio estallando en canon.
Llegó
el día de la visita proselitista. La carnicería, el quiosco, y la rotisería
tenían las máquinas a inaugurar pero ni las habían prendido. En alguna parte de
cada artefacto había un par de cintitas con los colores de Argentina que formaban
un moño. El plan era que el intendente agarraría de un extremo, el comerciante
de otro y ambos lo desharían. Ángel Manrique había comprado un par de sidras de
vidrio, como para sellar el festejo.
La
mañana en que cayó Bentimaccia a Otaviondo no andaba nadie por la calle. Para
este entonces la gente ya había perdido el sueño cuando se debía dormir, y
lograba conciliarlo luego de que las bandadas abandonaran el pueblo, es decir,
muy tarde. Podemos decir también que había mucha gente que no estaba en su sano
eje. La novia del turco Estaye era una. Lo había abandonado para irse con el
carnicero, ya que no toleraba estar cerca del ferrocarril.
Maricha
no estaba totalmente desequilibrada, pero desde la invasión avícola no habían
parado de tejer a dos agujas. Ninguna cotorra más, es cierto, pero al son de
los chirridos animales iba, punto por punto, forrando con tejidos a varios
objetos de su casa. El calefón, el aparador, los portarretratos. No pasa nada, decía, es hasta que se vayan, porque no me da
sueño.
Bentimaccia
salió de la campaña a hacer sociales: la agencia de quiniela, el centro de
jubilados, la visita de siempre.
Se
comió muy bien en el almuerzo principal, que fue en la Iglesia. Se inauguraron
las cocinas industriales y la caja registradora, y luego, la cara fresca del
partido se dirigió hacia la carnicería El Ángel guardián. En los mosaicos color
lila limpiados con lejía recientemente había un almanaque de Molina Campos que
estaba siempre y un cartel con fibrón que decía “gracias señor intendente por
su generosidad”.
Ángel
salió con el delantal impecablemente blanco y saludó al mandatario. En las
sillas de plástico que se fueron sentando los concurrentes. De a poco, con la
llegada del atardecer, empezó el loraje. El intendente se hacía el que no entendía.
El que no sabía de la invasión. Cuando los presentes le vieron la cara de hacerse
el sorprendido se brotaron de ira. Pero
qué hijo de puta, dijo Maricha. El distrito no era tan chico como para que
el tipo no supiera. Además, Bentimaccia había recibido al menos cinco cartas
con un cd de audio adjunto, para que él supiese lo que era vivir en ese
suplicio.
Le molestó. A la gente les molestó.
Sergio
Raúl empezó a hacer gestos de sorpresa y preguntas, como si recién se madrugara
del tema ¿Esto es siempre así? ¿mi
secretario no les contestó? ¡Qué increíble!
El titular de APC le gritaba caliente como una pipa y el
mandatario le decía: entiendo, hermano,
es así.
La
ahora novia del carnicero se levantó de una silla e intentó poner paños fríos
al clima caldeado, ahora era la patrona y debía hacerlo notar ante la autoridad,
caerle en gracia, disimulando que en las PASO, había votado a la oposición.
El
intendente en una maniobra poco hábil tomó una punta de la cintita inaugural.
Se ve que era suave y tersa. Quizás, Sergio Raúl Bentimaccia se la vio venir,
porque acarició el extremo de esa cintita y miró al vacío. Por lo menos a
algunos, les recordó a esa escena de la película Gladiador, en que el protagonista
va acariciando el trigo de forma dulce y entregada.
Fue
todo en un segundo. Los loros se callaron de repente. Pero, todos; dejando la
incertidumbre como clima. En el mismo microsegundo el carnicero beneficiario de
la heladera mostrador agarró la cuchilla más grande y rebanó el cuello de
intendente como el de un lechón predestinado a la faena.
Nadie
gritó. Nadie lloró. Todos salieron afuera a mirar los eucaliptus.
Ni
un loro al atardecer.
Ahora
la gente de General Dino Otaviondo sabe que las elecciones se van a poner
impredecibles, pero también, que cuando chirridos de loro barranquero se
repiten en una época del año de forma persistente y agotadora, saturando a todo
un pueblo, se puede llamar también: campaña política.
8/11/17
10/12/14
riverplei
Nos adornamos la ropa de rojo y blanco casi en el último minuto de partido. Yo tenía 9 años y gustaba terriblemente de Lavallén. Estábamos felices y se escuchaban los primeros bocinazos. Mamá, Julieta y yo nos pusimos remera blanca y una franja tipo reinas de papel crepe rojo. Papá, la camiseta y Guille, que era muy chiquita, se puso un pañuelo con el escudo que le quedaba como un vestido.
Salimos en procesión caravanezca por el pueblo, se usaba. Pasamos por lo de los más conocidos hinchas de Boca de Burato y tocamos más bocina todavía. Gozamos esa deliciosa e ingenua maldad. Papá me dejó sentarme en la ventanilla de mi puerta lo que me permitió ir saludando conocidos y agitar un banderín viejísimo.
Estacionamos todos enfrente a la plaza y nos bajamos. Todos cantábamos, gritábamos, nos abrazábamos. Unos que estaban en el bar Carrousell la agarraron a la Guille y dijeron: "tan chiquita y tan inteligente" y un borrachín la subió y la llevó en andas unos minutos. Ella ponía tremenda cara de orgullo y contó esa anécdota miles de veces con un nivel de cancherismo interesante. La felicidad de cuando andaba allá en lo alto embanderada no me la voy a olvidar, como también que después unos llevaban un chancho con la camiseta de Boca y no había quién le calmara el llanto a mi hermana que gritaba "pobre chanchito".
Cuando los festejos terminaron volvimos a casa y yo me saboreaba con cómo lo iba a cargar a Emiliano al otro día en la escuela, que me había vuelto loca toda la semana.
Mamá y papá tomaron un café y nos mandaron a la cama. Yo me fui a la pieza y cuando me saqué la tira diagonal de papel crepe me di cuenta que me había coloreado perfectamente la remera blanca con un tono rosa rojizo. La felicidad me había hecho una camiseta que puesta me miré varias veces en el espejo hasta que el próximo lavado hizo lo suyo.
Salimos en procesión caravanezca por el pueblo, se usaba. Pasamos por lo de los más conocidos hinchas de Boca de Burato y tocamos más bocina todavía. Gozamos esa deliciosa e ingenua maldad. Papá me dejó sentarme en la ventanilla de mi puerta lo que me permitió ir saludando conocidos y agitar un banderín viejísimo.
Estacionamos todos enfrente a la plaza y nos bajamos. Todos cantábamos, gritábamos, nos abrazábamos. Unos que estaban en el bar Carrousell la agarraron a la Guille y dijeron: "tan chiquita y tan inteligente" y un borrachín la subió y la llevó en andas unos minutos. Ella ponía tremenda cara de orgullo y contó esa anécdota miles de veces con un nivel de cancherismo interesante. La felicidad de cuando andaba allá en lo alto embanderada no me la voy a olvidar, como también que después unos llevaban un chancho con la camiseta de Boca y no había quién le calmara el llanto a mi hermana que gritaba "pobre chanchito".
Cuando los festejos terminaron volvimos a casa y yo me saboreaba con cómo lo iba a cargar a Emiliano al otro día en la escuela, que me había vuelto loca toda la semana.
Mamá y papá tomaron un café y nos mandaron a la cama. Yo me fui a la pieza y cuando me saqué la tira diagonal de papel crepe me di cuenta que me había coloreado perfectamente la remera blanca con un tono rosa rojizo. La felicidad me había hecho una camiseta que puesta me miré varias veces en el espejo hasta que el próximo lavado hizo lo suyo.
18/10/14
linkeadito
esta tarde parece que la historia es
algo como un hilo de poliester
yendo desde la composición
de un naciente Perales
pasando por el vestido de Jeanette,
del que no nos acordaremos
porque el nudo está en la triste niña
de Cría Cuervos de Saura
tirada en el sillón
al lado del tocadiscos.
Viene con cadencia a hilvanar
la versión de Attaque 77
y un tiempo después
un canto críado en canon
por la hichada cuerva
que banca igual a pesar de una tarde floja
para el veterano Yepes.
algo como un hilo de poliester
yendo desde la composición
de un naciente Perales
pasando por el vestido de Jeanette,
del que no nos acordaremos
porque el nudo está en la triste niña
de Cría Cuervos de Saura
tirada en el sillón
al lado del tocadiscos.
Viene con cadencia a hilvanar
la versión de Attaque 77
y un tiempo después
un canto críado en canon
por la hichada cuerva
que banca igual a pesar de una tarde floja
para el veterano Yepes.
17/6/14
Pregones modernos
Leche de vaca,
leche de hoy,
blanca y fresquita,
ya se la doy.
+
Melón, melón
para que en,
su casa, no
se le caiga el calzón
+
Compre vuvuzela
en la revolución.
Lleve canciones lindas
para llamar la atención
+
Vendo tortitas
para usted y su familia,
ricas y calentitas
para disfrutar con amigas.
+
Vendo lechita
blanquita
para tomar en
tacita.
Leche recién
ordeñada
para tomar de
mañana
+
Juguetes
coloridos,
divertidos, para
chicos,
con colores de
la bandera
que representan
a la patria
+
Algodoncitos de
azúcar
para todos los
niños.
Baratos y de
color
¡Demasiado
hermositos!
+
Galletitas
caseras,
galletitas de
todos los olores.
Vení a comprarme
y endulzate con
estos sabores
+
Salieron de mi
horno,
tartas
calientes,
para disfrutar
con los
parientes
+
Globos
revolucionarios
he venido a
traer,
para todos los
chicos,
ellos me lo van
a agradecer
+
La espuma ha
llegado,
espuma de
carnaval.
Se vende muy
barata
y es
espectacular
+
Para su merienda
o desayuno
tenga agua
caliente,
acompañado con
galletitas
que satisfacen
al cliente
+
Tinto, tinto,
vino bien
fresquito,
pa´ los
borrachines
con unos
hielitos
+
Vendo rosquitas
para usted y su
familia,
ricas y
calentitas
para disfrutar
con Emilia.
+
¡Apúrense,
apúrense!
Traigo panchitos
calentitos,
para sacar el
hambre,
con algo
sabrosito
+
Flores de
colores
para las damas
que andan,
con dolores
+
Para la gente
con hambre
vendo ricas
tortas fritas,
salen quince la
docena
para la chica
más bonita
+
Hoy el
pochoclero
muy temprano
madrugó
por eso traigo
pochoclos,
¡Compreló que ya
explotó!
+
Aerosoles de colores,
aerosol para
pintar,
viene la
revolución,
¡Hay que decorar!
+
Agua fresca,
clara y pura
para la Doña y
el Don.
Aquí pasa el
aguatero
y se va con su
pregón
+
Para la gente
con hambre,
en mi casa
tengo,
rico matambre
y aquí lo vendo
+
|
Tortas fritas calentitas
para toda la familia.
Tortas fritas calentitas,
para la gente rica.
+
Su boquita
fresquita
con mucho hielo,
cervecita
cerveza
¡Está muy
espesa!
+
Compren lentes
nocheros
para los
callejeros,
que madrugan
como chancheros
+
Compre lentes
blancos y
celestes,
para que
representes
con cara
sonriente
+
Pan casero para
el pueblo
entero.
Pan casero para
el nieto y el
abuelo
+
Hamburguesa,
compre hamburguesa,
no es lo mismo
que milanesa,
con visa o
Mastercard,
¡Compre su hamburguesa!
Gorros, gorritos
para mi amada
gente.
Son muy
calentitos
¡Guarda el
invierno!¡Viene fuerte!
+
Señor pare aquí,
su auto cuidaré.
Por solo quince
la hora
yo juro que no
me iré
+
Asado, asado,
compre asado,
coma costilla,
coma, está rica.
Asado, asado,
¡coma matambre bien saludable!
Por $99,99 coma
bien, hay descuento
con tarjeta
Favacard, Visa y Naranja!
+
Empanadas
calentitas
y sabrosas,
para la gente,
¡escandalosa!
+
¡Yo soy el
chocolatero
Y hoy traigo para
ofrecerles
en color blanco
y negro!
+
Vendo cubanitos,
cubanitos dulces
y ricos.
Para que sepa
cada uno
que son ricos y
baratitos
+
Choripanes bien
ricos
para chuparse
los deditos,
choripanes
calentitos para,
que se esposa se
caiga al piso
+
Churros, ¡qué
ricos!
para los que le
gustan calentitos,
y para los
buenos chiquitos
que son muy
traviesitos.
+
Aquí llegan las
facturas
que prepara el
cocinero,
vamos a agarrar
una
para chuparnos
los dedos.
+
Traigo tortas
fritas
para la gente
bonita.
Ricas y
calentitas
en esta
canastita.
+
Agua para usted,
agüita para
beber,
para su mate
caliente,
yo le vengo a
vender
+
Si a usted le da
alegría
y está de mal
humor,
compre estos
pastelitos
que le van a
hacer mejor
+
Pipas ansiosas,
para las buenas
mozas,
son baratas y
sabrosas,
para las buenas
mozas
+
Torta sabrosa
yo le vengo a
ofrecer,
para acompañar
su mate
en este
atardecer
|
10/5/14
*
Mientras se genera una moda,
lo que no sé exactamente cuánto tiempo lleva,
me hago monotributista
me cobran la mitad de impuestos de lo que va a ser mi sueldo
Gonzalo arregla dos temas para la murga
se me cae el pelo drásticamente
la rejilla del baño se rebalsa
se olvida de nuestra cita el plomero que envía la inmobiliaria
la inmobiliaria decide comenzar a aumentar cada 6 meses
la hija del de la inmobiliaria de hace una fan page con sus diseños
diseñamos un libro hermoso
se casa Paola con Javi y se van a Bariloche
se casa Lucre con Fernando pero no salen de viaje
mi madre es la opción más viable para prestrarme un vestido de bodas
mi vecina se sorprende de cómo estoy vestida y dice "ay!"
le compro a mi vecina una remera que no me gusta para ayudarla con el emprendimiento
uso la remera en la entrevista de trabajo para el que me hago monotributista
Gonzalo dice que es bastante usable que no me veo mal con ella
Gonzalo sigue en la fábrica de hielo y trae 2 bolsas a casa
tomamos fernet y probamos el Amargo Obrero
amigos uruguayos vienen 5 días a casa
Diego se queda enamorado del Amargo Obrero
hablando con los uruguayos me doy cuenta que soy un poco saca cuero
miramos el nuevo capítulo de Tiranos Temblad
Leo Coccia ve a Gonzalo en la calle y lo reconoce
le da unos libritos hermosos para mí
Leo Coccia participa en Fixture
invitamos al chico de Tiranos Temblad al libro que estamos haciendo
la presidenta lo menciona en cadena nacional
el chico nos dice respetuosamente que no tiene tiempo
me vuelvo a poner la remera que le compré a Cristina mi vecina
me siento muy por fuera de la moda
prendo la tele y veo a Julieta Prandi con ese peinado
que usaba la novia de Patrick Swayze en "El duro"
y me pregunto cuánto tarda una moda en desplazar a otra
y cuándo, cuándo nos damos cuenta de que algo está
madurando a punto de caerse para bien.
lo que no sé exactamente cuánto tiempo lleva,
me hago monotributista
me cobran la mitad de impuestos de lo que va a ser mi sueldo
Gonzalo arregla dos temas para la murga
se me cae el pelo drásticamente
la rejilla del baño se rebalsa
se olvida de nuestra cita el plomero que envía la inmobiliaria
la inmobiliaria decide comenzar a aumentar cada 6 meses
la hija del de la inmobiliaria de hace una fan page con sus diseños
diseñamos un libro hermoso
se casa Paola con Javi y se van a Bariloche
se casa Lucre con Fernando pero no salen de viaje
mi madre es la opción más viable para prestrarme un vestido de bodas
mi vecina se sorprende de cómo estoy vestida y dice "ay!"
le compro a mi vecina una remera que no me gusta para ayudarla con el emprendimiento
uso la remera en la entrevista de trabajo para el que me hago monotributista
Gonzalo dice que es bastante usable que no me veo mal con ella
Gonzalo sigue en la fábrica de hielo y trae 2 bolsas a casa
tomamos fernet y probamos el Amargo Obrero
amigos uruguayos vienen 5 días a casa
Diego se queda enamorado del Amargo Obrero
hablando con los uruguayos me doy cuenta que soy un poco saca cuero
miramos el nuevo capítulo de Tiranos Temblad
Leo Coccia ve a Gonzalo en la calle y lo reconoce
le da unos libritos hermosos para mí
Leo Coccia participa en Fixture
invitamos al chico de Tiranos Temblad al libro que estamos haciendo
la presidenta lo menciona en cadena nacional
el chico nos dice respetuosamente que no tiene tiempo
me vuelvo a poner la remera que le compré a Cristina mi vecina
me siento muy por fuera de la moda
prendo la tele y veo a Julieta Prandi con ese peinado
que usaba la novia de Patrick Swayze en "El duro"
y me pregunto cuánto tarda una moda en desplazar a otra
y cuándo, cuándo nos damos cuenta de que algo está
madurando a punto de caerse para bien.
27/2/14
la chica de avón
La chica de Avón no tiene lunares
pecas granos cicatrices quilos de más pobremas existenciales.
La chica de Avón tiene trabajo, es modelo
seguramente en concubinato estudios completos
en la academia de modelaje del barrio.
La chica de Avón mira desde el folleto
repartido en la plaza por una doña
que busca más revendedoras
para el colorete en polvo compacto
efecto mármol.
La dibujo con los lápices acuarelables que me dio
Gonzalo para mi cumpleaños.
Le invento un solero acuoso holgado y frugal
que diga que no todo está resuelto.
pecas granos cicatrices quilos de más pobremas existenciales.
La chica de Avón tiene trabajo, es modelo
seguramente en concubinato estudios completos
en la academia de modelaje del barrio.
La chica de Avón mira desde el folleto
repartido en la plaza por una doña
que busca más revendedoras
para el colorete en polvo compacto
efecto mármol.
La dibujo con los lápices acuarelables que me dio
Gonzalo para mi cumpleaños.
Le invento un solero acuoso holgado y frugal
que diga que no todo está resuelto.
7/1/14
Mañana en El Rosario
Hago un mapa del camino, con el detalle que el serrucho me permite. |
En el medio de la nada, mamá señala donde estaba el bar del bisabuelo, El Caldén . Desde el camino no vemos nada, ni vestigio. Entonces bajamos a buscar huellas. |
Obviamente no estaba errada. Entre el matorral encontramos el piso del bar. |
Me llevé esta petaquita de recuerdo y la vista de los caldenes. Guillermina en su libreta se anotó la palabra "caldén" para tener una hermosa sobra el día que tenga un patio. |
"Por allá atrás dormía Don Góngora, ¡Cómo tocaba el acordeón! Le decían "el leonero" y, entre pieza y pieza, se tocaba la barba" |
Todavía se lee "El Rosario" La abuela Sarita cuenta que Doña Rosario (mamá de una niña que se llamaba Rosarina) era la patrona. |
Acá se rellenaba con tierra, se pisaba, se regaba bien para que quede lindo y se hacían los bailes. |
Pisos que todavía quedan, tienen 110 años. |
Ana, Guille y Sarita, a puro picnic |
Se termina el viaje. Es mediodía. La abuela se anima a decir "qué bien que me animé a venir antes de morirme, qué felicidad" |
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