en la esquina de mi casa nueva venden una moto vespa. La paran en la vereda los días de semana. Es una belleza, ni vale describirla.
Cada vez que paso me mira fijamente, como para que la compre. Yo no paro de caminar y le hago un sutil "no" con la cabeza. Sabe que soy nueva en el vecindario y represento su única esperanza de escape.
Medio en susurro le tiré, que podríamos hacer la fuga a la hora que pasa el tren a 50 metros. Yo pasaría un poco la vereda de la casa de antigüedades y le haría una seña con las cejas en alto. Ahí ella saldría sola unos metros con cuidado de que su manubrio no se vea por arriba al pasar por la ventana del negocio.
En esa marcha lenta yo le prometí que sin que frene podría subirme de un salto. Vamos a ver si está dispuesta al esfuercito, sabe que en Sarmiento y el paseo podríamos cargar combustible y ya.
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