18/9/11

actualización

Una vez al mes compro flores
para la tumba de mi abuelo.
Robo una del ramo y la pongo en un frasco en el living,
seguramente un crisantemo blanco.
En la tumba de mi abuelo las otras duran bastante.
Dicen que el frío retrasa la vejez.
En casa miro al crisantemo y supongo
tres o cuatro más, pétalos de juventud
para las de la tumba.
Envejece a los días
de abajo hacia arriba
de blanco a marrón
de lunes a lunes.

Una vez a la semana
viajo al pueblo vecino
a ver a mi abuela, que devino viuda
hace más de un año o 15 ídas
al cementerio.
Vuelvo a Burato de noche
y primero percibo, antes que
nada desde la ruta: el alumbrado
público de toda la comunidad y la Iglesia
cristiana iluminada desde abajo.
Mi pueblo de lejos se parece
a un rosario roto
con las partes desorganizadas por el piso,
como si la tanza hubiera estado vieja ya
o la hubiera cortado alguien
por exceso de fe o ateísmo



2 comentarios:

leticia dijo...

genia, que hermoso que escribís.

alfonsina dijo...

ay, qué linda, linda Le. Se agradece el piropo