10/2/10

retiro terminal

Vengo de Montevideo, estoy medio enamorada, medio sorprendida con esto del respeto y la cordialidad entre la gente. No sé si me había resultado importante esta cuestión anteriormente, la cosa es que vengo mentalizada con eso.
Ferry. Camino unas 10 cuadras. Llego a Retiro. Tengo que ver qué colectivo saco para poder irme lo antes que pueda de esa estación. Saco un pasaje para 5 horas después. Me deja en la ruta a las 5 de la mañana. Necesito el celular para llamar a mi madre desde la ruta para que me vaya a buscar. No tengo batería.
Empiezo a buscar enchufes por todo Retiro. Llevo la mochila con varios kilos de más y hace calor. Pregunto con toda la onda que me nace si me prestan un enchufe 15 minutos. Oficinas, informes, baños, quioscos. Pocos me dicen "no tengo", la mayoría me dice "no" y la minoría no contesta. Por ahí una señora que me ve medio en crisis (y eso que el enchufe me importa nada, vengo de depresión postviaje) me dice que en las columnas hay enchufes.
Busco. La mayoría están destrozados. Encuentro uno medianamente sano en el pie de una. Me atrinchero en el piso con la mochila y enchufo.
Desde un costado se me aparece una chica rubia con un bebé a upa y me sonríe. Me ve que estoy en otra pero le dice al nene que vaya a jugar conmigo. Se sienta enfrente como colihué, casi pegada a mí y le empieza a dar la teta a Santiago, que para esto ya me desenchufó el celular unas 7 veces.
La miro, me pregunto que querrá, porqué me sonrió.
Vanina es de Posadas y tiene 20 años. Si no caminara como un hombre deportista y estuviera tan desgreñada, cualquier buscatalento la llevaría al teatro de revista o a la pantalla grande. Es la Ingrid Grudke de Retiro Terminal. Esbelta. Bellísima.
Me cuenta que un amigo le consiguió laburo en San Martín de los Andes, que llegó hace casi 12 horas de Misiones y que no se quiso ir de Retiro para no perderse en Capital. Que anduvo vagando por la estación con Santi, que charló con mucha gente. Que un taxista le dijo que le podía dejar el nene a una amiga de él y acompañarla a un hotel a bañarse y que a ella le dió mala espina. Que no fue a la secundaria pero no es estúpida.
Santi tiene el pelo clarísimo como el niño castrati de ·The cook, the thief, his wife & her lover·y una cara angelicada que solo se ve en los chicos fotografiados para los folletos que reparten los Testigos de Jehova. Cautiva. Mientras converso con Vanina el nene se levanta y se va a corretear por ahí. A unos 6 metros. Con su mamá lo miramos. Mete el torso en un tacho plástico azul de basura pero la misionerita ni se inquieta. Saca una galleta de las que te dan arriba de los colectivos y se la empieza a comer. Vanina me muestra la remera que lleva puesta. "Estoy mugrienta porque no sabés lo que llovía allá". A cinco metros nuestro un tipo vestido de oficinista pasa por al lado de Santi y le sonríe, le quita la galletita de la boca y le acaricia el pelo. En cuestión de segundos, el señor mira para todos lados con disimulo y está tomando al nene de la mano. Lo alza y empieza a caminar sin apuro. Vanina se levanta, corre y se lo saca, gritan. El tipo le dice que estaba jugando, que le iba a lavar las manos.
Ella vuelve y se sientan al lado mío otra vez. Reta al niño por haberse ído de ahí. El nene llora, ella lo aprieta fuerte contra su pecho y le dice que no llore por favor que no llore. Shh, shh, que no llore. Se tranquilizan. Mi teléfono no carga. Vanina me sigue diciendo algo de lo que se acuerda cuando iba a la escuela.

1 comentario:

Belén dijo...

nooo, qué horror. Retiro se está conviertiendo en eso. Buenos Aires, bah. Como Guatemala y otros lugares de latinoamérica donde la trata de niños se ha instalado.